LADRONA
Sentado frente a la cristalera de la cafetería
veo pasar por la acera a gente variopinta de un lado a otro,
otros cruzan por el paso de peatones, acelerados, agitados,
obcecados en sus quehaceres diarios, en sus historias,
en la rutina que nos mantiene vivos.
Entre ellos pasas tú, te veo cada día, a la misma hora,
con tu atractivo andar que no dejo de mirar mientras
me alcanza la vista o me deja la pared,
esa pared existente entre tú y yo y que me encantaría derribar
y hasta los adoquines se quieren levantar
cuando escuchan que te acercas calle arriba.
Un día de estos seré valiente y saldré a tu encuentro,
para decirte que cada día, cuando pasas,
te llevas un trozo de mi corazón,
que por favor no seas ladrona
que me lo devuelvas, que es mío,
y que quiero disfrutarlo, pero a tu lado.
veo pasar por la acera a gente variopinta de un lado a otro,
otros cruzan por el paso de peatones, acelerados, agitados,
obcecados en sus quehaceres diarios, en sus historias,
en la rutina que nos mantiene vivos.
Entre ellos pasas tú, te veo cada día, a la misma hora,
con tu atractivo andar que no dejo de mirar mientras
me alcanza la vista o me deja la pared,
esa pared existente entre tú y yo y que me encantaría derribar
y hasta los adoquines se quieren levantar
cuando escuchan que te acercas calle arriba.
Un día de estos seré valiente y saldré a tu encuentro,
para decirte que cada día, cuando pasas,
te llevas un trozo de mi corazón,
que por favor no seas ladrona
que me lo devuelvas, que es mío,
y que quiero disfrutarlo, pero a tu lado.
Antonio Rodríguez Álamo
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