NUESTRA SUITE





NUESTRA SUITE

Me decido a llamarte y te pido quedar para tomar algo juntos,
tu voz es nerviosa y no dudas en darme un sí.
Son ya muchos días sabiendo de ti a través de tu voz
al otro lado y de nuestras largas noches acompañados
del Whatsapp, y hoy por fin, ese día ha llegado.
Sólo faltan unas horas para estar uno frente al otro
y las agujas del reloj parece que se han parado,
tengo ganas que el tiempo pase lo más rápido posible.

Llego antes de tiempo al bar cansado de esperar en casa
sin poder dejar de pensar en ti y ya estás tú allí,
sentada al final de la barra, tu pelo rubio y liso
que te llega hasta la cintura no me deja ver tu cara,
pero en todo momento se que eres tú,
me lo dicen los acelerados latidos de mi corazón.
Los clientes de esta noche serán testigos ciegos y silenciosos
de nuestra primera cita, de nuestro primer encuentro.
No puedo dejar de mirarte, casi ni escucho lo que me dices,
solo quiero besarte, hacerte mía, porque yo soy
totalmente tuyo desde hace ya varios meses.
Unas risas mezcladas con cerveza, algo para cenar y ron
hace que la madrugada secuestre nuestras almas
y nos dejemos llevar sin darnos cuenta.

El asiento trasero de mi coche hace de improvisada suite esta noche.
Estás encima de mí y la luz de la luna entra a través
de las empañadas ventanillas con nuestro amor
que ilumina el lado izquierdo de tu cuerpo desnudo.
Lo acaricio lentamente contando uno a uno
los poros de tu piel que se eriza al pasar
la yema de mis dedos por ella.
Nuestros húmedos labios se enzarzan en una
lucha sin cuartel, como si no hubiéramos besado nunca.
Noto tus gemidos en tu pecho y mis manos y mi boca
no logran abarcar todo tu cuerpo que se retuerce de placer
mientras follamos como dos necesitados de afecto y pasión.
El alba nos sorprende abrazados, durmiendo y nos devuelve
a la realidad del asiento trasero de mi Seat Ibiza.

Quiero más de ti, necesito más de ti, ansío más de ti.
Mientras te prometo que en nuestra próxima cita
tendremos la suite que los dos nos merecemos.


Agosto 2013
Antonio Rodríguez Álamo

Comentarios