AMANTES





AMANTES

En nuestro refugio de amor,
saciábamos nuestros deseos
dando rienda suelta
a nuestras fantasías,
a nuestras sensaciones
al hacernos el amor,
sin que quisiéramos
que tuviera un final.

Pero ambos sabíamos
que este día iba a llegar,
que nuestras citas
tendrían que acabar,
que todo esto nos superaría.

Ya no lo pudimos soportar,
lo teníamos que dejar
sabiendo nosotros,
lo que nos iba a costar.

Y aunque nos veíamos
casi cada día,
tú, como de costumbre,
volvías a tu monótono casamiento,
y yo, a casa,
a reunirme con mi soledad.

Enero 2014
Antonio Rodríguez Álamo

Comentarios