TU CAMA


TU CAMA

Tu cama, con tristes despertares, heridas sin cicatrizar,
memorias que arden dentro de ti y estallan en tu cara día tras día. 
Flores de papel que mojan tus lágrimas por lo que pudo ser y no fue. 
Cuando buscas el paraíso dentro de ella y solo encuentras desiertos inhabitables
y tantas y tantas noches le has pedido al Universo que no te dejara morir en soledad.
Reciclando sueños mientras ves pasar las horas del reloj jugando al “apalabrados“ con desconocidos.
Que has perdido mil batallas y arrinconada te dejaste llevar por el hastío.
Tú, que siempre has sido bienvenida a mi alma, te has paseado por mi corazón
igual que lo haces en braguitas por tu casa y has descifrado el jeroglífico de mi mente en infinitas ocasiones…

Me dices…

…Que me gusta más tu cama que tú,
pero lo que a mi de verdad me gusta es tu cama cuando tú estás en ella.
En ella, donde el pasado queda olvidado, y estamos los dos disfrutando el presente.
Donde si me buscas me encuentras, donde si te busco te encuentro,
donde si te vas te agarro, donde si me voy, me abrazas. 
Nuestros cuerpos que son dos olas en la inmensidad del océano de tu cama,
cuando te acercas, me abrazas y me besas diciéndome al oído que quieres que esté dentro de ti
ya no hay marcha atrás, y ya no te puedes arrepentir después de la primera caricia.
Ganándole mis labios la guerra a tu cintura, a tu vientre, a tu entrepierna.
Y mi lengua juguetea con la tuya con ambos aún medio dormidos,
cuando recorro cada centímetro de ti a oscuras en la sudorosa madrugada
y encuentro siempre el maná entre mis dedos, y nacen a borbotones
tus orgasmos de niña buena y a la vez traviesa.

Así, así es como más me gusta tu cama.