A TI



A TI

Me envías un wasap diciéndome –Te quiero mucho, te echo de menos
y ya sabes que es mutuo, hasta hoy me he vuelto a poner la camiseta 
con la que dormí contigo anoche, con la que disfruté de ti durante 
unas interminables horas en una madrugada tenue y estrellada.
Me la he vuelto a poner, por que huele a ti, a tu esencia viva, 
a tu alma plena, a tu bondad presente, a tu humildad luminosa, 
a tus miedos latentes que vas soltando día tras día. 
Me hace recordar esa noche abrazado a tu piel, 
siendo ella testigo de que sin mirarnos, con una sola caricia, 
un beso y un abrazo, la conexión en plena oscuridad es posible, 
iluminando tu cama, iluminando mis entrañas. 
Oscura como nuestras sombras, tristes como las balas 
de un francotirador que se convierte en verdugo en cada disparo, 
buceando entre los cascotes de nuestro atormentado y desubicado corazón.
Como ese pulpo que se regodea de su presa y la suelta 
para instantes después acabar con ella, 
al igual que acabó con lo nuestro y con nuestros sueños y fantasías.

Y a las 3 de la mañana me vuelves a escribir, para decirme 
que has dudado en volverme a llamar, en volver a verme, 
a que, de nuevo, se entrecrucen nuestras miradas, y nuestros nervios 
a flor de piel corran por nuestras venas junto a nuestra turbada sangre. 
Que tienes locos a tus sentimientos, que quieres
correr hacia mí y a la vez huir, sobrevivir o derrumbarte, 
olvidarme o amarme, dejarte caer o disfrutarme.
A esas horas, solo atiendo a decirte que es perfecto así, 
que si vuelve a surgir será increíble y si no, será un delicado recuerdo
en nuestra desconsolada memoria.

Y al despertar, cuando los rayos de sol acompañan a mi soledad 
en esta cama vacía sin ti, ya no se si ha sido un sueño, 
o te he visto en realidad. Mis manos huelen a ti y me dicen 
que mi alma rozó la tuya.
Que respiramos al unísono.
Pensamos a la vez.
Y agonizamos sin sabernos tener.

Antonio Rodríguez
Octubre 2018